La faringitis es la inflamación de la faringe, la parte de las vías respiratorias superiores que se localiza entre la garganta y la laringe.
Acostumbra a presentarse de forma aguda debido a infecciones, aunque también hay casos de faringitis crónica por distintos motivos, como alergias, alteraciones anatómicas, etc. Las faringitis agudas suelen tener un origen vírico, pero también pueden tener origen bacteriano.
Además, una faringitis vírica puede complicarse con la aparición de una infección bacteriana secundaria.
Es importante tener en cuenta el origen, pues ni la sintomatología ni el tratamiento van a ser iguales.
La faringitis, en general, provoca signos clínicos que nos pueden poner en alerta, como picor, sequedad y dolor de garganta al tragar, dolor de cabeza, malestar general, fiebre, etc. Las faringitis víricas y bacterianas son contagiosas a través del contacto con personas enfermas u objetos contaminados.
Las faringitis víricas pueden resolverse solas en cuestión de días, aunque conviene que guardemos reposo, ingiramos líquidos en abundancia y comida de textura suave4. Para aliviar las molestias podemos recurrir a los antiinflamatorios disponibles sin receta médica.
Por su parte, las faringitis bacterianas suelen necesitar antibiótico, que tendrá que recetar el médico.
En cualquier caso, aconsejamos contactar con un médico si a los tres días los síntomas no remiten o empeoran, para que este pueda determinar el origen y el tratamiento más adecuado.
Fuentes:
Faringitis. Giménez Serrano, Salvador. Publicado en Elsevier.
Este artículo es únicamente informativo y no está destinado a ser un sustituto del asesoramiento médico. La información presentada en estas páginas web no debe tomarse como un diagnóstico o una prescripción. En todos los asuntos relacionados con la salud, consulta siempre con tu médico o farmacéutico.
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